El autismo o desorden del espectro autista es una condición descubierta sólo a fines del siglo pasado y hasta hoy sigue en cierta nebulosa sobre su diagnóstico y tratamiento. En la actualidad, las personas son diagnosticadas con autismo en su mayoria durante la infancia (hasta los 3 o 4 años), sin embargo, hace 20 años el diagnóstico era difuso para los psiquiatras y pediatras y muchos niños autistas no fueron diagnosticados. Es el caso de Daniel Tammet, un hombre diagnosticado con autismo en su paso de la infancia a la adolescencia cuya historia es una inspiración para muchas personas con esta condición.
La historia de Daniel es asombrosa ya que es un ejemplo de que el austismo no es sinónimo de limitación, sino todo lo contrario. En mi opinión, las personas en la condición de autismo son potenciales genios, sin embargo, la forma de tratamiento que se ha optado por entregar en la medicina tradicional limita su desarrollo cognitivo. Daniel Tammet no fue diagnosticado en la infancia temprana, sino años después, lo que permitió, indica en su libro titulado Born in a blue day, desarrollarse dentro de un entorno normal cognitiva y neuralmente con los demás niños y de este modo imitar y adquirir una comprensión de la realidad del mundo para intentar relacionarse con ellos y no dentro de una burbuja que el espectro autista invita a habitar. Nuevamente, en mi opinión, considero que no diagnosticar autismo permite una oportunidad de un desarrollo normal, sin embargo, es necesario comprender que el espectro se compone de diferentes niveles de autismo, siendo el de Daniel un nivel bajo y no uno severo como el caso de muchos niños, adolescentes y adultos cuya condición no les permite interactuar con un medio normal y requieren de tratamiento médico por gran parte de su vida.
Blog 